domingo, 15 de mayo de 2011

El peor amigo de los terroristas

Esta es, sin dudas, una de las notas que más disfruté hacer. Digo, todas las que tengo la suerte de escribir me dejan un grado de mayor o menor conformidad (según circunstancias) una vez que las finalizo pero hay algunas de ellas, ciertas notas que, cuando uno las firma, lo hace con una satisfacción particular: sea porque realmente halló un dato revelador, porque pudo finalmente dialogar con ese entrevistado huidizo o tan ansiado o, sencillamente, porque haberla ideado, producido y finalmente elaborado le deja cierto gozo emocional. Este es el caso con "La liga de la justicia canina: perros que cazan terroristas".

Vayamos al punto: quiénes son estos perros. Sin ánimo de adelantarles demasiado de la nota para que puedan disfrutarla, sí me permito contarles algunos datos que, por cuestiones de espacio, tal vez no pude incorporar en profundidad. Revisando el desarrollo del operativo a cargo de los Navy Seals en Abbottabad, Pakistán, en la residencia de Osama Bin Laden, captó mi atención que entre las tropas de elite había un perro. No se sabe su nombre ni su raza (aunque de esto último hay ciertas suposiciones) pero sí que cumplió un papel fundamental
en la misión. Ahí nació mi curiosidad: resulta que los "perros de guerra" o "Military Working Dogs" (MWD) como los llaman en Estados Unidos, no son un invento del Pentágono. Ya los antiguos imperios los empleaban en sus filas como centinelas, mensajeros, rastreadores y demás funciones acorde a sus habilidades. Ejemplos son los casos de los romanos pero también de los griegos, los persas y, más recientemente en el tiempo, la Francia de Napoleón, Alemania y la Unión Soviética. En Estados Unidos, los primeros "perros de guerra" aparecieron en la Guerra Civil pero no fue hasta la Segunda Guerra que se incorporaron bajo un programa de entrenamiento especial. Hoy forman parte de las tropas estadounidenses y se encuentran desplegados por Afganistán e Irak, entre otros lugares.
Dejando a un lado el legítimo debate acerca de si los animales deberían ser empleados o no con estos fines, lo que
más me conmovió y que, de algún modo, intenté transmitir en estas dos páginas, surgió de mi diálogo telefónico con el ex marine Ron Aiello, veterano de Vietnam y presidente de la US War Dogs Association. El mismo fue un cuidador a cargo de un perro durante el conflicto, perro que se convirtió en mucho más que un animal: fue su amigo y su mejor compañero, así lo recordaba. En la conexión que él me describió con su "Stormy", en cómo le salvó la vida en una oportunidad en la que marchaba como siempre a la vanguardia de su pelotón y fue él quien le advirtió sobre una emboscada que hubiera sido fatal, en alguna forma, supe interpretar el lazo emocional que ciñe a cualquier hombre con su mascota. Y,de algún modo, cómo ese vínculo se fortalece hasta volverse único en una situación límite de vida o muerte en la que ya no es solo el perro el que depende del hombre para sobrevivir pero también a la inversa. Quizás por pecar yo mismo de fanático de estos animales, entendí lo que sus palabras insinuaban y no solo expresban, cuando habla de un sentimiento tan fuerte y de una conexión especial que sobrevive aún hoy en sus memoria. Y creo que quien alguna vez haya tenido la suerte de compartir una amistad semejante, sabrá entender a lo que me refiero. Espero que disfruten la nota. Saludos!

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